
LA DESIGUALDAD EN LOS TIEMPOS DEL COVID
Alejandro Ruiz Sánchez*
Hace un par de semanas, en conversación con un amigo nos preguntamos ¿Qué es la desigualdad? Si bien hay muchas definiciones académicas, este concepto tiende a ser bastante confuso. Llegamos a la conclusión que es como quien tiene que enfrentarse a un león, la vida. En esa pelea el más privilegiado tendrá una escopeta y seguramente saldrá vivo. Pero, el menos privilegiado, contará con una pluma a lo mucho o con sus solas manos y es posible que no lo logre.
El 2020 pasará a la historia como uno de los años más caóticos e inusuales que ha vivido la humanidad. Y, entre muchos eventos que han marcado este año, la pandemia ha sido el más significativo en muchos aspectos. Pero, sobre todo porque es gracias a esta que se exacerbaron los niveles de desigualdad que lentamente venían reduciéndose; convirtiendo una problemática social, económica y política en una verdadera disyuntiva entre la vida y la muerte.
En Colombia, la desigualdad es una problemática endémica, a tal punto, que es el segundo país con mayor desigualdad en la distribución del ingreso en la región, siendo superados solamente por Brasil (1). En 2019 la pobreza monetaria fue de 35,7% y la pobreza monetaria extrema fue de 9,6% en el total nacional (2). Bajo este panorama se hace evidente que incluso ante la no existencia de la pandemia, la situación de inequidad es palpable. Luego, en el contexto de la pandemia en Bogotá, se logró percibir como esta desigualdad deriva en el flagelo de los derechos fundamentales de las poblaciones menos privilegiadas, económicamente hablando. Ya que, por cada 10,000 hogares de estrato 1 hubo 93 contagiados y 3,1 muertes mientras que en el estrato 6 solo hubo 8 contagios y 0,6 muertes (3). Aquí, es donde nos dimos cuenta que el desbalance en materia social, económica y política podía llegar a tener repercusiones agudas en la sociedad. Repercusiones que antes, significaban hambrunas y falta de oportunidades; pero ahora, con el COVID, se convirtieron en la perdida de vidas humanas.
La calamidad tristemente ha azotado siempre a las familias más pobres de nuestro país. Por esto, no es extraño que en departamentos como Vaupés y Guainía, los cuales tienen los índices de pobreza multidimensional más severos de todo el país con indicadores por encima del 50% (4), más del 20% de las personas se encuentran en condiciones de hacinamiento crítico lo que los hace más propensos a contagiarse. En contextos como los anteriores, las personas no pueden siquiera seguir los protocolos básicos de saneamiento, ya que en muchos casos ni siquiera tienen acceso a un servicio de agua potable y de alcantarillado para realizar el debido lavado de manos constante. La pandemia en este sentido agudizó la situación para todos en el mundo, pero es claro que los mayores perdedores fueron aquellos condenados a padecer el virus y luchar contra él sin los medios idóneos para contrarrestarlo, es impactante escucharlo, pero, es como si Colombia y su realidad los haya puesto en “el camino de la muerte”.
Previo a la catástrofe, Colombia venía en un esfuerzo para superar la línea de pobreza monetaria en el país y la relativa mejoría de 22.7 puntos porcentuales entre el 2002 y el 2018, sonaba prometedora a medida que la clase media se expandía para sacar a una población significativa de las condiciones de miseria en las que vivía (5). Incluso el índice de Gini, la medida que usan los economistas para medir la desigualdad, paso de un 0,573 a un 0517 (6). Mostrando así que la mejora, aunque mínima, ya representaba un paso adelante en la superación de la desigualdad. Pero, la pandemia, sin duda alguna, significa un revés para superar la desigualdad en el país pues la creciente clase media que venía desarrollándose depende, en su mayoría, del día a día y un encierro como el vivido tuvo consecuencias catastróficas para todos aquellos que por la pandemia, o no pudieron salir a laborar y padecieron las hambrunas más severas, o terminaron muertos porque su situación de precariedad no les permitió protegerse de manera adecuada del virus.
El COVID-19 nos cambió la vida a muchos, pero es tiempo de darnos cuenta de que, en el contexto de nuestro país, la enfermedad es el caldo de cultivo perfecto para quitar la vida de cientos de miles de personas. Y, aunque hoy parecemos creer que ya se acabó, solo está comenzando y con la desigualdad que caracteriza a Colombia, la población más vulnerable ya no se enfrenta a una vida en condiciones de miseria, sino que mira a los ojos al león y le hace frente muchas veces con una irrisoria pluma o solo con sus manos.
*Estudiante de Derecho la Universidad de La Sabana. Miembro del Semillero de investigación Fundamentos Filosóficos del Derecho Constitucional.
[1] https://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/1657/1/S3392M864_es.pdf
[5] https://uniandes.edu.co/sites/default/files/asset/document/notamacro20.pdf
[6] https://uniandes.edu.co/sites/default/files/asset/document/notamacro20.pdf
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